DEDICARE el presente capítulo a honrar la gran festividad del día del gloríoso Patrón de la ciudad de San Sebastián.
Para ello, remontaré la vida histórica, a los primeros siglos del crístianismo, y con ellos a la primera Iglesía de Santa María; y trataré documentalmente de la memorable fiesta procesional, que la parroquía de Santa María celebraba anualmente.
Fiesta que hubo necesídad de suspenderla. Y que los motivos que hasta ahora se han expuesto, parece no haber convencido a algunos erudítos. Pero que son los únicos y verdaderos. Vamos a exponerlos. Y por nosotros hablará el documento; con éste, la mísma tradición.
La hístoria antigua nos recuerda, cómo, sobre una lengua saliente de tierra que se abalanza sobre el mar, hacía la bahía de la Concha, más o menos, se hallaba una edificación religiosa, desde los prímeros tiempos del cristianismo en nuestra tierra. Algunos historiadores remontan a Santiago Apóstol, y que según al Santo a quien estaba dedicada, según las costumbres de aquellos tiempos, de levantar Iglesias en honra de los santos mártires célebres de su tiempo, con estar dedicado a San Sebastián, no creemos equivocarnos con que sucediese a príncipios del siglo V, síno a últímos del IV.
Tampoco vamos a unir en este momento, aquel origen de la prímera Iglesia de Santa María, con cuanto afirma Prudencio de Sandoval en el importantísimo documento de Sancho el Mayor. No es este el momento. Desde entonces han desfilado buen número de siglos. Y vamos a situarnos en una fecha de tanto interés, para el día de la festividad de nuestro glorioso Patrono, San Sebastián. Santo.
Mártír en la serenidad invencible de la Iglesia Católica. Asaetado por su causa. Víctima de la furia de un tirano como Diocleciano. Y muerto, recogido su cuerpo por aquella dama piadosa llamada Lucina-año 288-. La cíudad de San Sebastián le invocó buen número de veces contra la peste. Lo implora en algunas enfermedades. Y lo ha llevado en procesión el día 20 de enero, fecha en que la Ciudad le rinde solemnísimo culto.
Pues bien; vamos a sítuarnos en el día 22 de agosto de 1831. V presentemos la prueba documental irrefutable e indubitable, en la demostración de haber sido suspendída definitivamente la procesión que desde la Iglesia de Santa María, hasta la de San Sebastián, se llevaba la imagen del Santo, por los rigores de la estación en que se celebraba y no por ninguna otra causa.
Ilustrísimo Señor -dice la prueba documental- Don José María de Labaye, Presbitero Beneficiado de las Iglesias parroquiales unidas de San Sebastián y don José Elías de Legarda, vecino de la misma, especiales comisionados de los respectivos Cabildos Eclesiásticos & Secular de ella, respetuosamente dicen:
Que el día 20 de Enero, consagrado por la Iglesia al Ilustre Mártir San Sebastián, le rinde la Ciudad solemne culto, con Ayuno de vigilia, la víspera; por voto que hizo a su patrono x protector, en el año de 1597, a resulta de un contagio que se experimentó.
Van el mismo día, en procesión por la ribera del mar, ambos cabildos con la reliquia del Santo, seguidos de un gran concurso del pueblo, a la Parroquia extramural del Antiguo, distante media fora de la Ciudad, y después de cantar una Misa Solemne, vuelven procesionalmente.
Siendo la estación del mes de Enero, la más rigurosa de todo el año ha ocurrido muchas veces, haberse desbaratado la procesión, por sobrevenir aguas o nieves, en la considerable distancia que hay desde la Ciudad a la Parroquia.
En el presente año, ha habido que diferirla más de ochio dias, por la inclemencía del tiempo. Por esta razón, el Ayuntamiento ha renovado la resolución que tomó ya, en el año de 1820, de que sin perjuicio de observar como festivo de primera clase el día 20 de enero, con el Aguno, en el anterior, se traslade la procesión a otra estación más benigna o apacible que pudiera ser una Dominica, entre las de Resurrección y Pentecostés, cantándose en la Parroquia del Antiguo, en aquel día, Misa Votiva del Santo.
Por este medio se evitarán los inconvenientes indicados, y se ocurrirá también a una falta notable, como es, la de no faberse predicado jamás en dichia ciudad, sermón de su Santo titular. De manera que el pueblo, no tiene la menor noticia de sus virtudes y martirio, porque trasladándose la Procesión a la Prímavera, se podrá celebrar el 20 de enero. la fiesta del Santo, en la Parroquia Matriz de Santa María, con sermón; asistiendo en Cuerpo, el Ayuntamiento.
Por todas estas circunstancias suplican a V. E. I., se sirva, en ejercicio de sus facultades, prestar su beneplácito, para que consultando al remedio de las incomodidades y males que fan resultado de facerla precisamente los días 20 de enero de cada año, la procesión extramurada, por razón del rigor de la estación, los dos cabildos, con la reliquia del Santo, seguidos de crecido número del pueblo, a la parroquia extramutal del Antiguo, pueda celebrarse en lo sucesivo, en cualquiera de las Dominicas, entre la Resurrección y Pentecostés; cantándose en esa misma Parroquia del Antiguo, en aquel dia, Misa Votiva del Santo; sin perjuicio de observar como festivo de primera clase, el 20 de enero, con aguno en el anterior.
Asi lo esperan, Iltmo. Señor como Provisor de los suplicantes. Mannel Benito de Echeverría.
Y déspues de esta tan importante-peticion, llega el Decreto. Lo decreta y lo rubrica Su Señoria Iustrisima el Obispo de Pamplona. Y el Obispo de Parmplona, dice así :
En consideracion a las causas que exponen los cabildos suplicantes à los referidos Decretos de la Sagrada Congrégáción de Ritos, que el Maestro de Ceremonias de ešta Nuestra Santä Iglesia, opörtunamente cita en el informe que con dubstto mandito hа extendido sobre la imaterth, arodas las cireunstancias damos nuéstró permisoy facultad, para que faciéndose ei dia propiò del Santo& Patrono Veinte de Enero lá. córtespondiente finčión solemne en la Parroquia Matriz de Santa María, con procesión por las calle's de fa Crudad, por donde se suele hacer las generales eptte ocitrren ehtte añofд egserddнdose enaquel dia lós pire ceptos de ofr Mishyno trabajar en 6beas serviles, el'de agiнно en su vispërap se piede irastadat 1& płodesion conere ed tumbra dir a e Parroginalextramutal, tirulada el Antigto, a ila Dömintea 3.oi PaJeuitb; od'la tnniediutd bnterlor pibsteribt, st-enelfa seedleBrdse TedprÖdeskInda SON MOLVESE Cuidentode qte aqfela; en Ealqutierevento,se bjdteertrdenyebahios tura que rige este acto religioso.
nadoepretenimds, que Poèstdnds en rrestko arbtrTs, breeder qeent la mefäonäaa Dohfnicausa detebrğiMBMOHD? del Santo, pödrah 3f ademədaise & los Supficantes, dcludie Forvaduttad para ello, a donde corresponde.—Severo, Obispo de Pamplona.
AUTO.-Así lo decretó y rubricó Su Señoria Ilustrísima, el Obispo mi Señor, de que certifico en Pamplona, a 22 de Agosto, de 1831.-Antonio Labagen, Secretario. Por traslado, Antonio Labayen. Secretario, Sebastián Ignacio de Alzate. Y este último, era el entonces secretarío del Ayuntamiento de la Ciudad de San Sebastián. Pues bien; después de la transcripción de este tan importante documento. De haber visto, ante la prueba documental, que el único motivo por el que se suspendió la procesión de nuestra Parroquía de Santa María hasta la del Antiguo, no fué otro más que el rigor de la estación, no cabe argumentación posible, en contra de la tesis, mantenída siempre por mí. La procesión no se suspendió más que por el mal tiempo. Hoy se lleva a cabo, como todo el mundo sabe, por el interior del templo, con el Ayuntamiento en Corporación, presidida por el Gobernador Civil de la Provincia. El Santo Mártir es conducido en andas. La Misa es solemnísíma. La canta el Orfeón Donostiarra, dirigido anteríormente por el inolvidable Secundino Esnaola, y actualmente, por su Director, don Juan Gorostidi. Asiste lo más granado del donostiarrísmo palpitante de amor a la Ciudad.
Sale de madrugada, cuando todavía las estrellas parpadeaban en el suave armiño del firmamento, la prímera fiesta profana; la famosa tamborrada. Solera regocijante del pueblo típico de la Ciudad. Primera alegría del albor de la mañana. Y episodio consolidado a juzgar por la continuidad. Tamborrada callejera, entre grotesca y musicalmente local, Marcha de San Sebastián. Recuerdo easonense perenne de Sarriegui. Desflle musicalmente militar por las calles y plazas. Y recuerdo de antiguas mascaradas. De primitivos «musiqueros». De organízación de tamborreros». Y de colorido netamente unido, como origen de la actual tamborrada, con la marcha de San Sebastián.
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