lunes, 29 de diciembre de 2008

LA GRAN RECEPCIÓN EN EL SALÓN PRINCIPAL DEL AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIÁN.






AÑO DE LA CORONACIÓN DEL REY - TRIUNFAL ENTRADA .- II (FOTOS)






SAN SEBASTIÁN EN EL AÑO DE LA CORONACIÓN DEL REY.-SU TRIUNFAL ENTRADA EN SAN SEBASTIÁN.-EL VERANEO DE 1902





AÑO DE LA CORONACIÓN DEL REY - TRIUNFAL ENTRADA (FOTOS)

LAS VITRINAS DE LA EXPOSICIÓN DE ARTE RETROSPECTIVO.-REPRESENTACIÓN DE LAS CUATRO PROVINCIAS.-RIQUEZA ARTÍSTICA Y DOCUMENTAL.-






LA EXPOSICIÓN ETNOGRÁFICA Y DE ARTE RETROSPECTIVO-PRESIDE EL REY ALFONSO XIII Y ASISTE TODA LA FAMILIA REAL.-DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN.






LA JIRA DE LOYOLA (FOTOS)

LA JIRA DE LOYOLA EN SU DESCRIPCIÓN SENTIMENTAL-EXPOSICIÓN DE ARTE RETROSPECTIVO-AÑO DE 1904





viernes, 19 de diciembre de 2008

Alma donostiarra - Progreso material - Episodio histórico - Tranvias y Ferrocarriles

Entre los donostiarras que construyeron San Sebastián después de 1813, y los que lo han formado después de 1900, existe una sindéresis diferencial. Los de 1813 surgieron con un ideal.  Los de 1900, con un cálculo de urbanización. Desde 1813 a 1900, y desde 1900 a nuestros días hay un fundamento. El mismo. Que forma unidad de sentimiento: la audacia. En el donostiarra, la audacia local ha sido inherente a la vida sentimental de una civilización . Esta audacia, que ha partido de su misma esencia, se ha confundido y se quiere confundir con el espíritu de vanidad local. Con una vanidad de superación. El pueblo donostiarra, pudiendo tenerla, carece de vanidad; pero abunda en amor. Y ese amor es por todo lo suyo. Sin egoismo. Con generosidad. Al hacerlo y sentirlo así, no ha reparado en ningún sacrificio. San Sebastián sabe ocultar su sacrifico. Y ese sacrificio ha sido  principalmente el trabajo. Este espíritu, tiene en su alma, palpitaciones de máxima energía. La vanidad no es trabajadora. No es audaz. No es sincera. Es ficción y es tontez. La autoalabanza no puede confundirse con la vanidad. Son dos cosas distintas. La primera se puede justificar ante la injusticia. La segunda ante la necedad. Y la autoalabanza demuestra algo que existe digno de aspiración o, mejor todavía, de ponderación. Pero la audacia es fuerte; es noble; es inteligente. Lleva en su alma una generosidad que le falta a la vanidad. Por eso, los que llegan a San Sebastián y no la conocen como ciudad ni como tradición, se hacen a la creencia de que la vanidad es el móvil de muchas de sus actividades. Y es porque les falta la profundidad que requiere el conocimiento de un alma colectiva en todas sus esencias.
Si San Sebastián se dejara guiar por la vanidad, hubiese escuchado al marqués de Salamanca a través del ideal de la Zurriola?¿Hubiese escuchado al vizconde de Eza en su acertado consejo sobre la cesión del monte Urgull?¿Hubiese seguido las líneas directrices de sus grandes arquitectos, los Ugartemendia, los Echeveste y los Goicoa?¿Hubiese levantado un templo tan majestuoso como el de Santa María, con limosnas de su vecindario y con la munificencia de una compañía como la Real Guipuzcoana de Caracas?
La sinceridad donostiarra; su vida de trabajo está siempre muy lejos de la bambolla y la ostentación. Porque si fuese así , no sería hoy lo que es San Sebastián. Porque un medio siglo de lo que suponen algunos , ostentación, no sería consecuencia fundamental del trabajo, sin dilación ni descanso. No hablemos desde 1813 a 1900.
¿Quién puede atreverse a decir que la ostentación es el móvil de la labor de toda una centuria? Con 35.583 habitantes que San Sebastián contaba en 1921, y con un presupuesto ordinario de 2.303.873,99 pesetas, edificó una capital, orgullo legítimo de España. Y modelo de una administración, de la que Cánovas del Castillo se sentía más español. En medio siglo se han acometido grandes empresas. El ensanche de la Zurriola. El del barrio de Gros. El ensanche del Antiguo. El de Ategorrieta. El encauzamiento del río Urumea. La construcción de los puentes de la Zurriola y de la reina María Cristina.
Los pagos que en 1921 ascendían a 4.579.380 pesetas con 56 céntimos, en un cuarto de siglo suben a 17.269.487,35 pesetas, y los ingresos, de 4.931.688,60  pesetas, se elevan en el mismo número de años, a 17.555.988,97.
Ni una de las obras proyectadas quedaron abandonadas. Unificadas las deudas de la ciudad al finalizar el siglo anterior, quedaron reducidas a una sola las deudas de 4 y medio y cuatro por ciento, importando toda ella en 1901, la cantidad de 12.594.000 pesetas.
Es el mes de septiembre de 1903. Se reforma el paseo de Ategorrieta. San Sebastián lo convierte en una de las más bellas entradas de la población. Esta reforma obliga al Ayuntamiento a hacer una emisión de obligaciones. Se emiten 840 al 3 por 100 y se acometen inmediatamente las obras del paseo. La administración donostiarra, vigilante en todas las necesidades y atenta a los servicios públicos, se preocupa por el abastecimiento de las aguas de la población. Problema el más importante.
El 18 de diciembre de 1918 hace una nueva emisión de diez mil obligaciones al 5 por 100, y el Ayuntamiento donostiarra compra, para su explotación, la maravillosa finca de Articutza, en un valor de 5.000.000 de pesetas.La ciudad entera acude al llamamiento de sus regidores, y el capital se cubre, sobrepasando en mucho la cifra. Nunca habrá podido un Ayuntamiento realizar operación financiera de tal naturaleza en más favorables condiciones. Ni una población contar con un inmueble y una riqueza de aguas y forestal, superior a las condiciones que en todo momento reúne la finca de Articutza. Articutza constituye hoy una de las principales fuentes de riqueza para la ciudad.
Ya para 1900, los veraneos donostiarras comienzan con una distinción extraordinaria. La nombradía de nuestra ciudad no tenía límites. Rebasaba las fronteras. La Reina Regente, con sus augustos hijos, acudían a la Salve de la víspera del día de la Virgen de Agosto. Aquella Salve de la iglesia de Santa María, llenaba un atractivo sin precedentes. Era la Salve de las dos Reinas. De la Reina de los Cielos y de la Reina de la tierra. Y la de la tierra iba a postrarse de hinojos ante la Reina de los Cielos. El espectáculo, fuera y dentro de la iglesia de Santa María, hacía sentir la emoción de todo aquello que ennoblece la realeza y sublima la religión. Pero este momento histórico de San Sebastián merece capítulo aparte.
Aquel año veraneaban en nuestra capital los políticos don Francisco Silvela y don Eduardo Dato. Las imperiosas vacaciones se practicaban. En Miramar dió un concierto el gran violoncellista don Pablo Casals. En Santa María interpretó el Ave María de Schubert. Pero con aquella belleza sentimental con que transcurría el veraneo donostiarra, se hundían las dos columnas más sólidas de la Restauración. Cánovas del Castillo muere cobardemente asesinado en Santa Agueda. El general Martinez Campos fallece en Zarauz. Era Alcalde de la Ciudad el conde de Torre-Múzquiz. El 9 de septiembre de 1901 se coloca la primera piedra para la construcción del nuevo Asilo de San José, en la calle del general Prim. El 17 de mayo de 1902, cumplía dieciséis años el Rey don Alfonso XIII.
La Reina Regente terminaba su regencia. Y a pesar de los dificilísimos momentos por los que atravesó su vida con las guerras de Melilla, las de Cuba y Filipinas . La Guerra con los Estados Unidos. La soberanía de España en las islas Carolinas. Y todo esto, con las luchas interiores de la península, mantuvo asegurada a la sociedad española. Respetada por todas las naciones europeas, y en una vida floreciente de progreso y organización.
La vida progresiva de San Sebastián abre nuevas vías de comunicación. El 3 de abril de 1901, y por real orden, se aprueba la concesión del tranvía eléctrico de San Sebastián a Tolosa. El tranvía de Rentería, fundado el 18 de junio de 1887, por tracción animal, ensancha el campo de circulación de los acoches, amplía sus vías y establece otras, dentro de la zona urbana. El sistema eléctrico por cable aéreo, aumenta la constante circulación de viajeros. A los tranvías de San Sebastián a Tolosa; y de San Sebastián a Rentería, el alma de la iniciativa donostiarra, fusiona el ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián, con el nombre de Ferrocarriles Vascongados. La compañía compra al Ayuntamiento 9.660 metros cuadrados de terreno, y la Corporación municipal, cede gratuitamente 2.000 metros cuadrados, bajo condiciones.
Se abre la linea del ferrocarril de Hernani. Y el 20 de marzo de 1900, el Ayuntamiento informa a la superioridad del progreso de ferrocarril. El monte Ulía era en aquella época de San Sebastián, la más bella atracción. Un panorama tan solo comparable a los más sugestivos del mundo. Un horizonte de tal armonía y extensión, que el éxtasis y el silencio, anonadan al hombre menos sentimental. Pues bien; San Sebastián construyó, para la contemplación de aquella maravilla, un ferrocarril. Y la empresa, que arriesgó un importante capital, demostró su gran donostiarrismo.
El 8 de junio de 1902 se inaugura, con extraordinaria solemnidad, el ferrocarril al monte Ulía.
A los pocos días acude la reina Maria Cristina, con su augusto hijo, el Rey don Alfonso XIII, y la infanta María Teresa. Con la Reina, subió al monte Ulía el príncipe imperial Takehito-Komotsu. Y con los miembros de la embajada japonesa, los generales Mata y Pacheco. Y el entonces ministro de jornada, duque de Almodóvar de Arévalo. El ferrocarril del monte Ulía era tan cómodo, elegante y de tan maravillosas perspectivas, que a pesar de que en febrero del año 1920, la Jefatura de Obras Públicas remitió al Ayuntamiento , para que éste informara, el expediente sobre caducidad de este ferrocarril; de tal manera su explotación favorecía los intereses del turismo donostiarra, que en sesión de febrero de 1920, acordó que no procedía declarar la caducidad del citado ferrocarril, y que debería apoyarse toda gestión que se dirigiera en sentido contrario a la caducidad. El ferrocarril era eléctrico. De bellisimas jardineras y coches. Arrancaba en la carretera de Madrid a Irún. Y fue construido con arreglo a los planes y condiciones aprobados por el Ayuntamiento, en sesión de 30 de Abril de 1901.
Cuando, con aquella comodidad y velocidad moderada, se llegaba a la cúspide de la montaña, la admiración de todo el mundo no tenía límites. Es que el monte Ulía reúne, por la estética del espacio, por la proyección sentimental, y por la más bella encarnación extensiva, condiciones únicas entre las montañas donostiarras.
¡Qué lástima fue que aquella empresa, con tantos afanes constituída para el más alto prestigio turístico donostiarra, fracasase, y que aquel ferrocarril, al fin, hubiese de suspender su explotación!.
Pero San Sebastián engrandece su renombre de gran ciudad. Blanco y Negro publica crónicas escritas con las firmas de Angel María Castell, Roure, Pérez Zúñiga.Llega a las aguas del puerto de Pasajes, el barco escuela de guardias marinas alemanes "Stein". Es visitado por toda la Familia Real. Y se celebran en la bahía de nuestra ciudad, aquellas memorables regatas de yolas, embarcaciones de remo y balandros. Se disputan los premios las tripulaciones de París, Arcachon, Bayona, Agen, Barcelona y San Sebastián. La copa de honor de Su Majestad el Rey Alfonso XIII, la ganan los bayoneses.
A juicio de los más peritos, la copa del Rey la debieron haber llevado los parisienses.
Durante aquellos días, la bahía de San Sebastián fue del Cantábrico el corazón ensanchado, en la superficie de los más bellos cuadros y sentimientos. Pero seguiremos, durante varios capítulos, la vida de San Sebastián a través del último medio siglo. Esto es : de 1900 a 1950.

ADRIÁN de LOYARTE (1950)